La importancia de no rendirse

¿No os ha pasado que intentáis algo una, y otra, y otra vez y al final os da por daros por vencidos?

¿Pero y si era ese cuarto intento el que te hubiera hecho lograr lo que querías?

La verdad es que es un tema complicado, porque podrías pensar… ¿Y si sigo, sigo, sigo y al final nunca lo consigo?

Y no te faltaría razón, es una posibilidad que está ahí.

Al final es un tema de estadísticas, si estás intentando algo que tiene un 10% de posibilidades debido a su dificultad y solo haces 3 intentos por conseguirlo, a no ser que tengas mucha suerte lo más posible es que no lo consigas.

Sin embargo, si te pones una meta no tan difícil, algo que sea verdaderamente alcanzable y vas y te rindes al primer intento… Entonces tienes un problema y además serio. Si eres ese tipo de persona lo mejor es que te olvides de conseguir ninguna meta, porque sí, hay un factor suerte, pero toda buena suerte se acaba. Y la persona que consigue algo por suerte rápidamente se desprende de lo que consiguió.

La palabra clave aquí es la constancia. El no rendirse por muy difícil que se pongan las cosas. ¿Por qué? Porque a cada intento te haces más capaz, aprendes sobre ti mismo, de tus fallos, te das cuenta de que había algo que tendrías que haber sabido hacer y te faltó…

Y así, poco a poco, a cada intento cada vez las posibilidades de conseguir eso que quieres se hacen más y más grandes. Y por muy mala suerte que tengas al final, si no es un objetivo disparatadamente alto, lo vas a conseguir. Y lo que es todavía mucho más importante, lo vas a mantener.